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Alguien que anda por aquí

A veces me gustan los atascos

A veces me gustan los atascos

A veces me gustan los atascos, ese río de peces disciplinados que suben lentamente una colina; luces blancas por la margen izquierda, luces rojas por delante, varias decenas de pares de ojos amarillos que me siguen por detrás y la luna en todo lo alto. Cuando a ratos conseguimos inexplicablemente remontar rápido la corriente, hay caras que respiran aliviadas a mi alrededor, con una esperanza que dura sólo hasta el siguiente parón con su orgía de luces rojas.

Hay entonces tiempo para mirar a ese chico del seat ibiza que va cantando una canción y la vive, tamborileando en el volante, a los niños que no paran quietos en el asiento de atrás, a la mujer que habla por los codos con su manos libres, al señor que parece que acaba de salir de una reunión preocupante y a la chica que guarda todavía en su rostro una media sonrisa de vete a saber qué cosa graciosa que le pasó antes.

Me gustan los atascos cuando voy con buena música y sin prisa, me hace recordar que la Humanidad a veces puede ponerse de acuerdo, aunque sólo sea para ir hacia el mismo sitio a la misma hora.

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