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Alguien que anda por aquí

Los buenos periodistas y las buenas personas

 

Tuve una vez una jefa que pensaba que para ser buen periodista había que ser buena persona. Y en días como ayer, que fui a cubrir la noticia de un parricidio, sólo pienso: Ojalá.

Si fuera obligatorio ser buena persona para ejercer el periodismo, estaría prohibido que algún periodista se ponga a aporrear todas las puertas del rellano a la vez con la intención de “crear ambientillo de vecinos indignados”, que les enchufe el micro y la cámara según abren la puerta y que les interrogue con muy malos modos, nervioso porque no consigue las declaraciones que quiere para darle más morbo a la noticia, porque para algunos no es suficiente tragedia que un hombre asesine a su madre y después se suicide.

Ojalá esa clase de periodistas entendiera al menos que se consigue más intentando empatizar con la gente, ganándose su confianza. Claro que con este método obtienes menos entrevistados porque estás más tiempo con cada uno de ellos, y las declaraciones serán menos impactantes y morbosas que las que se pueden provocar con un par de preguntas malintencionadas bien hechas, así que sería deseable que hubiera más jefes afines al método de la confianza, como esa jefa partidaria de las buenas personas que tuve yo una vez. Quizá el resultado no es mayor, pero seguro que será más verdadero.


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