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Alguien que anda por aquí

El amor y la literatura

En algunas estaciones de trenes de cercanías de Madrid hay unas máquinas que venden libros envueltos en papel de plástico, como los sándwiches. Toda idea para acercar la literatura a todos los públicos y fomentar el placer de la lectura me parece loable por principios, pero el material que ofrecen al alcance de todos los públicos deja un poco que desear. Aquí va una muestra de los títulos que he ido apuntando en diferentes viajes:

 

  • Las chicas buenas van al cielo y las malas a todas partes

  • Las 211 cosas que una chica lista debe saber: Consejos para el día a día. Éste debo confesar que lo hojeé días más tarde en una librería, porque me gustaría llegar a ser considerada una “chica lista” y los capítulos del libro no tienen desperdicio:

      • Cómo saber si un hombre te encuentra atractiva

      • Cómo hacer que parezca tuya una comida preparada

      • Cómo bailar con un hombre más bajo que tú

      • Cómo hacer café para un albañil

      • Cómo bajarte de un coche sin enseñar las bragas. (¡Pero el primer consejo que te dan en este capítulo es que deberías llevar ropa interior bonita siempre por si no funciona!)

  • Cupido es un pájaro borracho

  • Amores imperfectos: Cómo querer a los hombres tal y como son (que es como decir... ¡animalitos!)

  • Las cosas absolutamente predecibles que hacen los hombres infieles (¡todo en un libro por 8 euros!)

  • Mi novia: Manual de Instrucciones. Pero este libro ya está condenado al fracaso, porque en el subtítulo añadía: Cómo recuperar a tu ex novia o cómo recuperarte de ella.

  • Sexo para gente con poco tiempo y muchas ganas. Y por si no te has enterado de lo que va el libro, el subtítulo despeja dudas: El aquí te pillo aquí te mato de manera eficaz

  • La perfecta cabrona y los hombres

  • Yo te manipulo ¿y tú qué haces?

  • Cómo follar con todas

 

Lo peor es que la máquina tenía escrito un mensaje junto a la bandeja en la que se recogen los libros: “GRACIAS POR DEJARNOS ALIMENTAR TU MENTE”. Éso explica lo mal que está el mercado. Me espanta que éstas sean las ideas de las que se alimenta la mente de las personas con las que me cruzo por la calle, porque yo no creo en ese tipo de relaciones, yo no creo en ese tipo de amor.

Yo creo más bien en la filosofía que queda manifiesta en la frase que escuché en una película, en la que la protagonista había sufrido un desengaño y su amigo estaba consolándola, diciéndole que no merecía la pena sufrir porque no iba a ser feliz con un hombre que no veía en ella a una persona excepcional: “¿Cómo vas a ser feliz con un hombre que insiste en tratarte como si fueras un ser humano normal?”, de decía el amigo a la chica. Ése es el amor en el que yo creo.

Creo también en el amor que se tienen dos amigos míos, que llevan casados unos años y están esperando su segundo hijo. Creo en su amor sobre todo cuando ella le exige a él que la trate como a una reina, y él lo hace porque sabe que ella le trata a él como si fuera un rey.

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