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Alguien que anda por aquí

Queremos que nos den la razón

 

Necesitamos que nos den la razón, incluso a veces creemos que para eso están los amigos, para que nos den la razón aunque sea como a los tontos. Pero yo tengo una amiga que casi siempre me lleva la contraria y es la mejor. Me revienta que me señale sin ningún pudor los defectos y las equivocaciones, por eso yo le grito mucho y ella también me grita, pero porque a las dos nos gusta mucho discutir y ser siempre la última en decir la última palabra, que suele acabar en risotadas. Por eso nos conocen en los bares a los que vamos a cenar y somos bienvenidas, porque siempre hay más carcajadas que regaños, y que no cambie, aunque una sea por esa noche asquerosamente feliz y la otra no.

 

Eso también lo aprendí en la película Qué les pasa a los hombres, que me pareció un bodrio en general pero con una idea brillante en particular: basta ya de mentirnos entre nosotras y buscar excusas para consolarnos cuando el chico en cuestión no te llama: no es que haya ingresado en el hospital ni que un perro se haya comido el papel donde apuntó tu número de teléfono, simplemente es que no le interesas, y cuanto antes te enteres mejor.

 

Me gustó que difundieran esa idea en la película aunque ya digo que me pareció espantosa, ñoña y predecible, pero también de ahí pude sacar algo, siempre se puede aprender algo si consigues sacarte de encima los prejuicios. Y el ejemplo de las llamadas masculinas se puede extrapolar a todo en esta vida en cuanto a la actitud que tenemos a veces con los amigos: ya lo dejé escrito hace unos días con la frase de ese filósofo griego que decía que no necesitaba amigos que cambien cuando yo cambie y asientan cuando yo asiento porque mi sombra lo hace mucho mejor.

1 comentario

E. -

Me encantan las ensaladas de gritos y la carne con carjadas. A los postres me siento un poquito cansada del esfuerzo (de ahí los bostezos), pero también reconfortada por los chupitos de felicidad que me regalas. Muchas gracias por el menú, estaba todo riquísimo.