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Alguien que anda por aquí

Si lo sabes mirar, es arte

Si lo sabes mirar, es arte

No es un vaso de agua lleno de tapones de Coca Cola lo que estáis viendo al lado de mi máquina de escribir antigua. Es una obra de arte; de arte moderno, se entiende. A ver por qué no va a ser esta nueva decoración que hay en mi casa de Vallecas una obra de arte si en el Guggenheim de Bilbao pagas 13 euros por ver una sala repleta de mierda literalmente hablando, una sala en la que caminabas entre montañas de lo que parecían excrementos de diferentes colores y tamaños (una obra titulada “Greyman grita, Shamán muere, volutas de humo, belleza evocada, del artista nunca expuesto en España Anish Kapoor. Si no me creéis pinchad en http://www.guggenheim-bilbao.es/microsites/anish_kapoor/secciones/

galeria_imagenes/galeria_imagenes_detalle.php?idioma=es&id_imagen=24) y en la foto no impacta tanto como al natural)

 

O a ver si es normal que Photoespaña exponga en su sala de Alcalá 31 un montón de fotografías de un padre egocéntrico y orgulloso de su hijo que parecían una tomadura de pelo, porque por muy famoso que fuera el fotógrafo (Juergen Teller, la muestra se llama “Calves & Thighs) muchas de las imágenes no decían nada, estaban tomadas de cualquier manera: su hijo en la bañera, su hijo con berretes, su hijo de cumpleaños, su hijo con fiebre, una maraña de pelo entre las sábanas que era su hijo durmiendo... por no hablar de otras que llegaban a ser incluso desagradables a la vista.


Odio decir esto porque en realidad adoro la fotografía y el arte moderno, me gusta y me dice mucho más que el figurativo; he ido muchas veces al Reina Sofía y una sola al Museo del Prado; por supuesto me encanta Photoespaña y me fascinó el Guggenheim, volutas de humo-belleza evocada aparte, sobre todo porque en el cartel de la entrada a la sala el artista Anish Kapoor reconocía que no tenía “nada que decir”.


Pero nosotras sí tenemos mucho que decir con nuestro vaso lleno de tapones de refresco. Digo “nosotras” porque la idea en realidad ha sido de mi compañera de piso (no me voy a atribuir el mérito, que sé que me lee). La idea vino como le viene la inspiración a los artistas, como surgen las genialidades. Llevábamos meses guardando esos tapones en un rincón de la cocina, porque dentro tienen escrito un código para participar en un concurso en el que puedes ganar nada menos que una casa.

Nosotras estamos muy a gusto en nuestra Casa Verde, pero oye, si Coca Cola nos quiere regalar una casa pues mira qué bien, dejamos de pagar el alquiler. La verdad es que nunca nos llegamos a leer las bases del concurso, sólo la letra grande que venía en la publicidad de las etiquetas, pero confiábamos en tener algún día el tiempo y las ganas para ponernos a la tarea de comprobar cada uno de nuestros códigos en la página web, a ver si alguno era el ganador.


Y así seguimos. A la vista está que no tenemos una casa regalada, ¡pero porque no queremos! Se nos fue pasando el tiempo y nunca llegamos a comprobar los códigos, así que puede que seamos las anónimas potenciales ganadoras de un gran premio. Lo que más me gusta de las obras de arte contemporáneas son los títulos, que me sugieran qué hay detrás de ellos. Por eso nuestra obra de arte se llama “Ilusiones Perdidas” o quizá “La casa que soñamos y no nos esforzamos por conseguir”, o tal vez “Cimientos de un sueño”, o puede que “Recuerdos de lo perdido”. Y si no tuviéramos detrás esta historia, podría llamarse “Te invito a un refresco” o tal vez podría ser “Mientras te esperaba, todas estas Cocacolas me bebí por ti”.



2 comentarios

Laura -

Ya claro, que ya veíais que iba de okupa y decidísteis quedaros con la casa verde que sólo tiene 2 habitaciones y un sofá para invitados ;-)

mary -

jajajaja!!! Me encanta. Yo creo que claramente, es arte.