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Alguien que anda por aquí

Reconciliada con la profesión

Por culpa de una desconocida que vive en Móstoles hoy estoy contenta con mi trabajo. Merece la pena ser periodista si puedes ser útil a una mujer que ha llamado la radio para pedir más información después de escuchar un reportaje mío sobre una oferta de empleo para personas con discapacidad. Y mira que estaba asqueada cuando fui a entrevistar a la concejala de turno, pero ha merecido la pena dar esa información. Sobre todo porque muchas veces tenemos que hablar de temas que no le interesan a nadie más que al político de turno para darse promoción.

 

También me suelo alegrar de trabajar en el periodismo local cuando tengo que coger testimonios de gente de la calle, tienen un ingenio inaudito. Sobre todo las señoras que te cuentan su vida y sus citas con el médico mientras te dan detalles de un escabroso suceso.

 

Como aquella mujer a la que no le gustaban los chinos porque eran unos “copiotas”, la señora que escuchaba “a los wáteres hacer gluglugluglú”, el hombre que creía que peatonalizar una calle comercial es “igual que casarse con una mujer muy guapa pero muy cerda y que no sepa cocinar, es decir, muy bonito pero no vale para nada”.

O esa anciana que decía: "la opinión que yo tengo de los móviles es que como en este mundo nada es verdad ni es mentira, o sea, que cada cosa es del color con que se mira, pues los móviles es una cosa que yo veo bien".

 

Y ese testimonio que tengo insuperable (escuchado es infinitamente más divertido) de ese matrimonio que veía entrar “a mucha gente de esa negra en el edificio, pero mucha gente, que me extrañó hasta a mí la cantidad de negros que había ayer en el portal... mucha gente negra, por lo menos tres o cuatro”, aunque después reconocían que igual era el mismo pasando varias veces “porque esa gente a mí es que me parecen todos iguales”, y de todos modos aseguraban que no sospechaban que fueran a comprar droga, como era el caso, porque “quién iba a dar Dios mío, quién iba a dar... ¡quién iba a dar!”.

1 comentario

Alf -

Jajaja Ele adoro tus anécdotas sin sal ni pimienta! y claro que a veces el periodismo es útil! Gente como tú lo hace útil!