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Alguien que anda por aquí

Si sol adentro, sol afuera

Lo primero que veo al entrar en casa es a Espinete saludándome desde el recibidor, como quien tiene un perrito que se sube a sus rodillas. Cómo no entrar con una sonrisa. Es uno de los encantos que, para mí, aparte de las vistas, tiene nuestro piso ya por fin definitivamente sin cajas: que todo guarda un cierto desorden estudiado, orden de objetos deliberadamente fuera de contexto, de época y lugar.

Muñequitos de Playmobil encima de la tele, Pin&Pon en el baño, un huevo encima de la TDT, sillas de terraza en el cuarto de estar, un despacho inservible en la mesa de comedor, árboles, flores y plantas dentro de la casa y ninguna fuera en terraza, tantos cojines en el sofá que parece un dormitorio. Nos gusta así.

Todo esto viene a que mis compañeras quieren poner pimientos en el salón, para seguir con nuestro improvisado fluir de desorden, y aunque no me gustan demasiado los pimientos ni sus expresiones asociadas, con esa excusa ya me parece bien.

Al fin y al cabo, hay que guardar la coherencia de las cosas, hoy justamente una amiga terapeuta acaba de decirme que es sumamente importante que nuestra alma tenga una buena ubicación exterior. Que eso de cambiarme tres veces de piso en un año me debería dejar tocada. Que influye mucho más el contexto externo en nuestra estabilidad de lo que nos creemos.

Es cierto que yo, en determinados momentos del pasado, cuando no podía ordenar mi vida, ordenaba cosas. Pero ahora, aunque me importa y me influye el contexto externo, prefiero trabajar en el interior, porque creo que es mucho más certero el dicho de que si sol adentro, sol afuera.

1 comentario

Alex -

Lo que está claro es que vaya tres patas para un banco... Además, me han contado que los muñequitos de Playmobil tienen vida propia, ¿no?