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Alguien que anda por aquí

Mujeres suicidas

Tenemos que amar más la vida, aprender a huir del masoquismo en las relaciones de pareja. Parece una perogrullada, pero no es fácil llevarlo a la práctica. Hay que evitar los casos claros de suicidio, y para eso nada mejor que tenerlos identificados. Después de una larga sesión nocturna lamiendo y hurgando heridas entre risas en la cocina, mis amigas y yo hemos concluido que es suicida enamorarse de:


Hombres casados, bohemios que pisan las nubes, homosexuales, chicos con síndroma de Peter Pan que tienen miedo al compromiso, exnovios de los que salimos escarmentadas, egocéntricos que no ven más allá de su propio ombligo, picaflores que nunca apostarán por una relación seria.

 

Hay que alejarse también (amorosamente hablando) de ése que quiere ser tu amigo, porque va a poner todo su empeño, como su propia clasificación indica, en ser tu amigo. Y nada más, ahí es donde viene el batacazo, la relación no va a evolucionar hacia otra cosa. No eres su tipo, asúmelo. Terminarás siendo una pagafantas, un hombro en el que llorar o su compañera favorita para ir de compras y probablemente además le acabe gustando una de tus amigas, sobre la que encima le tendrás que aconsejar.

 

Tampoco hay que fijarse en alguien que acaba de terminar una relación, porque lo que necesita no es otra novia sino una tirita, el famoso e injusto clavo que saca a otro clavo. Si te gusta de verdad, deberás alejarte y esperar a que otra sea la tirita o lo pasarás mal. Sobre todo si ha sido él el dejado, hay que respetar los tiempos de duelo.

 

Tenemos que procurar huir también de los atormentados. Este caso es raro, porque con ellos nos suele salir un imparable afán de protección, cuando supuestamente son ellos los protectores. Con los atormentados, nosotras siempre creemos que vamos a ayudarles a salir del bache, que con nosotras estarán felices y cambiarán.

 

En realidad ése es el problema de todas las relaciones abocadas al fracaso, que siempre creemos que con nosotras van a cambiar. Que no nos gusta cómo son y tienen que cambiar. Parece que nos encanta suicidarnos, no podemos evitar pensar que con nosotras va a ser distinto. Aunque todos los de alrededor nos lo adviertan, aunque nosotras mismas tengamos ya experiencia en suicidios.

 

Porque, claro, ¿qué pasa con estos tipos de hombres? Los atormentados, los bohemios, los picaflores, los peterpanes ¿nunca van a poder tener una pareja, nunca van a cambiar? Ah, sí, tarde o temprano cambiarán porque les cazará una lagarta, y entonces los sentimientos del cazado serán lo suficientemente fuertes como para provocar el cambio sin que se den cuenta. Y nosotras querríamos ser -siempre nos vamos a ver- como la que fue capaz de domesticarlos.

 

La solución, me apuntan por aquí, es ir con el cianuro por delante, ser nosotras las que llevemos la iniciativa y darles caña para que beban los vientos por nosotras, porque es eso lo que les gusta. Pero la que me lo apunta no sabe ser así. Es una suicida convencida que no tiene aptitudes de lagarta.

 

La solución no es entrar en ese juego dañino que criticamos, sino ir poniéndole límites a nuestra parte suicida para dedicarle tiempo y esfuerzo a los que de verdad lo merecen y no a quien nos va a hacer sufrir. Pero claro, el corazón tiene razones que la razón no entiende, no eliges de quién te enamoras, no es fácil decidir de quién es bueno enamorarse y de quién no.

4 comentarios

J.Mv -

H.Böll dice en uno de sus libros: "muchacho, como sigas pensando tanto, te irá mal" Una frase muy corriente,no es cierto?? Equilibrio, al final es lo q cuenta.

Laura -

A lo mejor son necesarios un par de suicidios para en el futuro evitar mirar al precipicio y fijarse, de forma natural, en el mundo accesible que nos rodea...

- J - -

Servidor se declara totalmente contrario a las lagartas. Una persona normal siempre termina consiguiendo lo que busca, aunque la vida sea algunas veces lo suficientemente cínica como para hacerte creer que te suicidas cuando en la realidad lo que está haciendo es salvarte de algún que otro mendrugo.

Alguien que leyó lo que ponía por aquí... -

Interesante listín de teléfonos a los que NO llamar. Gracias, Elena, por recordarnos aquellas historias que NUNCA deberíamos haber empezado. Poco futuro parece que nos queda a las que NO sabemos ir con "el cianuro por delante", ni ser unas largartas. La esperanza es encontrar al alguien del otro grupo, del que no mencionas, de los que podríamos llamar "normales". Y por supuesto, que esté disponible... Pero...¿quedan de esos???? igual están en peligro de extinción, comos los linces ibéricos...
Yo voto por la creación de una especie nueva que podríamos denominar "a los que les gustan las NO lagartas"...
Dicho todo esto desde el limbo en el que me encuentro tras mis múltiples suicidios...