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Alguien que anda por aquí

Ser bueno está infravalorado

“Ser bueno está muy sobrevalorado”, dice el lema de la película infantil Gru, mi villano favorito, pero yo creo que no, que ni siquiera está suficientemente valorado ser buena persona en esta sociedad que premia a los excesivamente competitivos, a los listillos, a los pelotas, a los que no tienen escrúpulos y las cosas les salen bien.

Tanto, que nos sorprende encontrarnos en nuestro camino con gente que haga las cosas bien porque sí, por bondad intrínseca, sin darse siquiera cuenta de ello, sin presumirlo, sin esperar nada a cambio, como debe de ser.

Tanto, que a menudo se asocia ser bueno con ser tonto, que a veces incluso tenemos miedo a definir a alguien como “buena persona” por miedo a que se malinterprete y lo suavizamos con un “es buena gente”, que eso sí lo entiende todo el mundo como una virtud.

“Tened en cuenta que el trabajo y las buenas personas, como siempre, serán premiados”, escribe quien fue mi jefa en un correo electrónico. Lo leo y me alegro de que haber trabajado para alguien que tiene esos valores, me alegro sobre todo de que siga pensando así a pesar la injusticia por la que acaban de echarla: era su mail de despedida.

4 comentarios

Carolina -

Elena, no había visto tu post hasta hoy... Lo mejor que me llevo de Europa Press es gente como tú. Volveremos a currar juntas, ya lo verás. Me hubiese gustado hablar más ayer, pero fue un poco caos... ¿Montamos un café en mi casa un día de estos?

reynadesaba -

yo solo conozco buenas personas...

Laura -

Da gusto ver que también hay buenos jefes por el mundo. Como también el mío, a punto de jubilarse. Un testigo de lujo la historia política y periodística del último medio siglo, que sólo hablar de sus batallas cuando alguien se las recuerda. Que valora a sus trabajadores y no necesita desmoralizarles para sentirse superior.
Ójala abundasen más las personas (y los jefes) así.

Me encanta escribir blanca cada vez que me preguntan de qué color es la nieve -

No puedo evitar acordarme de Margarita, quien fue mi jefa en mi primer destino. Ella se despidió al jubilarse con una mirada al infinito y diciendo, a modo de consejo “Intenta pasar por la vida intentando no hacer daño, tal vez esto sea lo único importante”.

Mantuvimos muy poca relación pero sus palabras y su gesto hacen que no me olvide de ella.