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Alguien que anda por aquí

Por culpa del teléfono estropeado

Por culpa del teléfono estropeado

Con estas pintas que llevaba el sábado en la fiesta de Halloween tenía que haberme presentado esta mañana en la comisaría de la Policía Nacional de Alcorcón, para que no me pasara lo que me ha pasado. Que me han hecho estar sentada en una silla incomodísima esperando, esperando, esperando, esperando mirando al suelo para volverme a ir una hora después igual que como había entrado.

A veces es verdad que se gana más por las malas que por las buenas, pero si tienes escrúpulos no te quedas igual de conforme, así que esta mañana no he protestado, no he sacado a la niña satánica de la que me disfracé el sábado.

Será que afortunadamente me estoy haciendo mayor, ya intento no sacar la katana por causas perdidas. Cultivar el arte de la paciencia, dejarlo correr. Hablando se entiende la gente, que dicen, pero precisamente eso es lo que no ha pasado hoy, que sí he estado hablando pero no ha habido ningún entendimiento. He estado jugando al teléfono estropeado sin saberlo, y malditas las ganas que tenía de ponerme a jugar, madrugar y llegar hasta Alcorcón para hacer mi reportaje, en un día de fiesta en el que todos con los que tenía que trabajar no estaban trabajando.

Lo bueno de todo esto es que me he dado cuenta, volviendo en el coche, de que no estaba enfadada. No merecía la pena estarlo; no he perdido fuerzas en protestar. Ya estaba perdida la mañana, ya no podía hacer nada para remediarlo, no valía la pena estropear además mi estado de ánimo.



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