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Alguien que anda por aquí

Coco nunca llegó tan lejos

En Barrio Sésamo, Coco se esforzaba en enseñarnos la diferencia entre 
lo que es arriba y lo que es abajo, lo que está cerca y lo que está lejos,
conceptos muy útiles incluso para valorar nuestros estados de ánimo y
nuestras relaciones interpersonales ya de adultos.


Todo eso estuvo muy bien, pero Barrio Sésamo debería haber tenido
más altura de miras, para dejar bien asentados desde pequeños los
fundamentos que originan la toma de decisiones y los intentos de
acercamiento. Lo voy a hacer yo, humildemente, para intentar suplir ese
vacío doctrinal de nuestra infancia.


Un ejemplo claro y eficaz de acercamiento con otra persona es tener
una cita
. Para que dicha cita tenga lugar, es indispensable que las dos
personas implicadas se pongan de acuerdo en estar a la misma hora en
el mismo lugar. Aquí se abre un universo de posibilidades, pero el mejor
modo de tener éxito en este primer paso es hablar por teléfono: que
una persona llame a la otra para quedar.


Llamar para quedar implica que la persona que telefonea propone
un plan
, o al menos expresa abiertamente su voluntad de buscar un
plan conjunto. Hay múltiples modos de llevar a cabo esta empresa, con
sencillas frases del tipo: ¿Quedamos este puente? ¿te apetece que nos
veamos? O bien ¿y si tomamos un café?. Por consiguiente, llamar a la
otra persona para comentar hay que ver el frío que hace en la calle,
madre mía, o decir “te llamaba para ver qué te cuentas” NO puede
entenderse como propuesta de cita, al menos entre nosotras las
terrícolas.


En cuanto a la toma de decisiones, los límites están más desdibujados,
pero hay ejemplos paradigmáticos en la vida cotidiana. Cuando una
persona dice a otra: “me voy”, es porque está tomando la decisión
de irse. A raíz de esta elección, su interlocutor podrá tomar la decisión
de quedarse en el sitio echando raíces y aprendiendo a hacer la
fotosíntesis o por el contrario, irse también, pero eso ya será una
decisión secundaria, los efectos colaterales de la primitiva decisión.


De ello se deduce que, al menos en mi planeta, dejar que el tiempo
pase
no implica una voluntad de decidir, por mucho que los silencios
sean elocuentes y que sea cierto que el que no se decanta, en realidad
decide no tomar una decisión.


De este modo, si yo te advierto que no quiero volver a verte si haces
ese viaje y tú no viajas porque la huelga de controladores te deja en
tierra, no puedes volver a mi lado presumiendo de que te has decidido
por mí, porque eso es trampa, ya no me sirve, estará justificado
que entremos en estado de alarma.

4 comentarios

Alf -

Una vez más explicas los comportamientos tan absurdos e infantiles que tenemos los seres humanos de forma sencilla! con lo de los controladores aéreos lo he entendido todo. Si tú me dices que me vaya contigo en coche a Cuenca y yo te digo que no, que me voy en avión a Canarias porque me apetece más y luego resulta que no puedo irme, ya no vale decirte que me voy contigo a Cuenca porque es lo que más me apetece del mundo. Esto sólo tiene una palabra querida... E-G-O-I-S-M-O, que mucha gente sólo piensa en ella.

Alberto -

Hubiera sido taaan fácil... :)

Elena -

Es verdad, con la vergüenza no se llega a ninguna parte, deberíamos aprender más de los niños...

Nelificacion -

Hola, Elena.
Estoy de acuerdo contigo, desde el principio hasta el final. Desde niños alguien debería habernos explicado la importancia de la sinceridad, del compromiso y, sobre todo de obviar esa "vergüenza" de qué pasará si actúo espontáneamente, haciendo lo que me apetece, porque, por desgracia, dejamos pasar en la vida muchos momentos buenos por el hecho de simplemente no hacer nada.
Un saludo.