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Alguien que anda por aquí

Cómo seguir creyendo en la Humanidad

La niña ve que su padre está triste e intenta animarlo. Canturrea, juega, baila para él. Como ve que eso no funciona, le da un globo atado a una cuerda y le dice: toma, átatelo a la mano. Y sonríe, triunfal, creyendo que ha encontrado la fórmula.

La niña tiene tres años y lo que le han dicho es que a su padre le duele la tripa. Ése es un dolor imaginable para ella, que no sabe de guerras, de bombas, de dictaduras, de represión, de venganzas, de las penurias que están sufriendo sus familiares de allá.

Ella no sabe de rabia y de injusticias pero cree firmemente en que lo que más puede ayudar a su padre a estar contento es llevar un globo blanco de propaganda atado a la muñeca. Y tiene razón. Ese gesto de amor y ternura es lo único que nos puede salvar de la barbarie de este mundo, un empuje a la sonrisa y a la lucha, a seguir creyendo en la Humanidad.

1 comentario

HENAR GALLEGO -

MUY BUENO, SOBRINA. ME ENCANTA CÓMO ESCRIBES Y...BUENO.... YA VERTE CONTAR CUENTOS.... DEBE SER TODO UN LUJAZO!!!