Blogia
Alguien que anda por aquí

Dame veneno

Me lo advirtió un profesor muy querido cuando me vine a estudiar: que tuviera cuidado porque Madrid tiene veneno, y te engancha o lo detestas.

 

Yo era una chica de provincias que se escandalizaba por que la gente corriera para coger el Metro, que venía cada ¡tres minutos!. En mi ciudad tardaba quince el autobús y lo dejábamos pasar. Es otra manera de vivir la vida, pero tardé poco en engancharme: bajo las escaleras mecánicas con prisa aunque no la tenga, me pongo nerviosa cuando el semáforo se pone verde si tardan los demás coches en arrancar.

 

Es verdad que Madrid a menudo resulta insoportable, y tengo que darle la razón a una amiga mía que cada cierto tiempo proclama que no se puede vivir en esta ciudad. Encuentra de vez en cuando pruebas irrefutables de su teoría: hace un par de días tuvo una estrepitosa caída en el Metro y nadie se paró a ayudarla.

 

Pero en Madrid conviven muchas ciudades al mismo tiempo, también una en la que no existe ese egoísmo ni esa hostilidad. Acabo de encontrarme a un hombre tendido boca abajo en mitad de la calle, sobre la acera. No sé cuánto tiempo llevaría así, pero hemos sido tres los que nos hemos detenido a ayudar. Un día de diario, de madrugada. Sólo era una borrachera de espanto. Nos hemos ido cuando ha conseguido entrar en su portal.


2 comentarios

marta castellano -

amiga, con qué sencillez nos haces conocer tus ciudades, abrazo interoceánico!

Cloe Andersen -

¡Ay, alma cándida! Mucho me temo que esas tres personas que os parasteis a ayudar no erais de Madrid. Lo sé seguro de una de ellas. Y de las otras dos... me apostaría mi horno nuevo a que tampoco. Pero es cierto que a veces te sorprendes con pequeños destellos de humanidad, hasta en la cueva más inhóspita. Y hay que ser capaz de verlo y apreciarlo.