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Alguien que anda por aquí

Descubrimientos

Siempre que pelo una piña pienso en la primera persona a la que se le ocurrió comerse una piña. O un coco. Intento imaginarme a ese ser humano primitivo que va dando un paseo, ve entre la maleza una fresa y se la come, que mira hacia arriba y en las ramas de un árbol descubre una manzana y cae en la tentación, que está jugueteando con unos tallos verdes que brotan del suelo, tira de ellos, le sale una cosa naranja y se aventura a probar qué sabor tiene esa zanahoria, pero ¿ves un coco y decides partirlo por la mitad para ver si esa cosa redonda, marrón y con pelos es comestible?

No tiene límites la curiosidad del ser humano, ni su capacidad para intentar llegar siempre más lejos. También me pasa con los artilugios en general, no dejo de maravillarme por el hecho de que sea posible escuchar, mientras camino por una calle de Madrid, a una orquesta entera y varios cantantes, que de algún modo se han metido dentro de la cajita metálica de un MP3. O por el hecho de que tú puedas estar leyendo ahora todas estas ideas que sólo están dentro de mi cabeza.

 

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