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Alguien que anda por aquí

Cómo tratar a las princesas

Tras una tarde de café entre chicas, en nombre de mis amigas quiero mandar un mensaje claro y rotundo a los chicos: Si sois unos capullos, comportaos como tales. No nos tratéis como princesas para luego no volver a llamarnos, porque nos encariñamos y nos hacemos ilusiones, no lo podemos evitar. No nos importa que seáis unos capullos, pero no nos gustan los disfraces, nos gusta saber a qué atenernos.

Claro que entre nosotras también hay muchas lagartas despreciables que encima nos crean fama a las demás, pero el verdadero problema (para nosotras) no es que haya lagartas, sino que las lagartas siempre se quedan con los buenazos. Parece que a los buenazos les gusta que les traten mal, necesitan a una castigadora para tener el aliciente de seguir detrás de ella, lo deben ver como un reto divertido.

Admito que todo esto no son más que reflexiones superfluas y prejuiciosas, pero me quedé de piedra cuando, después de hablar de todo esto entre risas, nos ponemos a ver la película Orgullo y Prejuicio y me doy cuenta de que ya en el siglo XVIII el cortejo funcionaba igual, que el bueno de la película se pasa toda la cinta persiguiendo a una castigadora (aunque tenga buenas razones). Para bien o para mal, en el fondo del asunto, no hemos evolucionado nada.

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