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Alguien que anda por aquí

Rodeada de personas felices

Rodeada de personas felices

Está visto que a este país sólo lo levanta el fútbol. Era un día repleto de malas noticias y jamás me he encontrado con tantas personas felices. A mí no es que no me guste, es que siempre me ha sido indiferente el fútbol, y nunca me ha entrado en la cabeza que una persona diga seriamente que el día que peor lo ha pasado en su vida es el que casi vio perder a su equipo. Pero hoy me ha poseído una atlética, me he bajado a un bar a ver el partido y he gritado los goles y me ha dado rabia el empate y me han dolido las faltas y me he puesto nerviosa cuando nos íbamos a la prórroga y al final Neptuno ponte guapo, que vamos para allá.

 

Yo que nunca había visto un partido de fútbol entero (excepto alguno de la Selección), me he ido a la plaza de Neptuno a cruzarme con personas felices, a contagiarme de alegría y a corear el trocito que me sabía de las canciones. Todo el mundo estaba contento por el centro de Madrid y no era para menos, fue un triunfo merecido e histórico, sufrido como sólo saben sufrir los del Atleti. Daba gusto volver caminando a casa sonriéndole a tantos desconocidos con camisa rojiblanca, recibiendo tanta alegría porque sí. "Hijo: por esto somos del Atleti", decía una pancarta. Me alegro por ellos pero comparto desde lejos la alegría, incapaz de sentir esa pasión pero sabiendo, como decía Rousseau, que “todas las pasiones son buenas mientras uno es dueño de ellas, y todas malas cuando nos esclavizan”.

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