Pobre Alberto Pérez
Pobre Alberto Pérez, que llamó a su puerta un día de diario a la hora de la siesta haciéndose el simpático y preguntándole qué tal. Ella dijo “bien” y él “pero no me mires con esa cara de susto”, y ella “perdona, pero es que no te conozco de nada”, y era verdad.
No era verdad que tenía sólo 23 años y por eso no podía apuntarse a la campaña que vendía puerta a puerta el pobre Alberto Pérez sin perder la sonrisa ni el ánimo.
Es que ya no saben ni qué inventarse los comerciales para que no les cierres la puerta en las narices, y supongo que lo tienen estudiado como una buena fórmula para enganchar clientes, porque hay mucha gente sola en esta ciudad que agradecen incluso que un desconocido comience a darles conversación preguntándoles qué tal están.
1 comentario
Aeropuerto -