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Alguien que anda por aquí

Ya tenemos perrito que nos ladre

Vale que mi compañera de piso y yo somos unas cotillas, pero esta vez la culpa es de los tabiques de estos edificios nuevos que ya no son como los de antes, no dejan lugar a la intimidad del hogar.

Por culpa a ellos nos enteramos de la tremenda bronca que organizaron de madrugada nuestros vecinos de rellano, una pareja joven de modernitos que nunca nos habla pero a los que solemos oír desafinar, porque les gusta cantar pasada la medianoche.

Desde cualquier lugar de nuestra casa se oyeron esa noche unos golpes terribles y después, nada. Al día siguiente ni siquiera escuchamos a su perro ladrar. Horacio se llama el pobre perro, es tan feo que parece un jabalí y ladra todo el tiempo, es pesadísimo, debe de estar amargado encerrado en esa casa.

Fue un alivio dejar de oír ladrar al pobre perro, pero también sospechoso. Quizá su desaparición estaba relacionada con los golpes de aquella noche, porque creemos que el perro era de ella y a él no le gustaba un pelo tener a ese bicho todo el día ladrando.

El caso es que nosotras estuvimos meses agradeciendo poder echar de menos sus ladridos y hoy de repente han vuelto, los llevamos oyendo todo el día y ahora acabamos de ver a la pareja paseándolo por la calle, muy acaramelados, como nunca antes los habíamos visto. De hecho, antes nunca sacaban al perro juntos, es más, ni siquiera salían a la calle juntos, y creo que por lo nervioso que estaba el perro siempre detrás de su puerta, ni lo sacaban.

Pero hoy sí que lo han sacado, lo hemos visto con nuestros ojitos, eso ya no son intuiciones de vecinas cotillas detrás de la puerta. Así que hemos concluido que no vivimos puerta con puerta con unos criminales – asesinos de perros pesadísimos, sólo con una pareja que se acaba de reconciliar. Qué bonitas las segundas oportunidades, aunque de fondo no suene música de violines sino ladridos de perro-jabalí.

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