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Alguien que anda por aquí

A este lado del océano

A este lado del océano

En estos días vivo entre un mar de nubes, un mar de lava, un mar de pinos, un mar de luces, un mar de rocas y un espacio inmenso de peces y de agua salada que es el mar... Qué distinto es vivir por unos días en una isla, aunque esta isla parezca todo un continente.

Qué felicidad poder olvidarse de los relojes y las preocupaciones y los jefes y la burocracia y los atascos y de todo lo malo que tiene el Madrid que tanto quiero, del que tengo que alejarme un poco para oxigenarme y seguir queriéndolo. Aquí encuentro la razón para estar trabajando durante todo el año, para vivir estos momentos de felicidad, a este lado del océano.

Aún así, hay cosas que echo de menos. Incluso cuando me despierto en un acantilado junto al mar, cuando ceno sobre unas rocas a la luz de las estrellas, cuando disfruto de una conversación sobre la arena negra y brillante, cuando alguien de repente trae vasos y vino blanco e improvisamos un picnic a los pies de un volcán rodeados de lagartos, y les tiramos a los lagartos un trozo de tomate, que rodean impacientes y lo empujan entre todos, alejándose, felices del festín que se han encontrado

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