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Alguien que anda por aquí

Sonreír o no sonreír, he ahí la cuestión

El que es capaz de dominarse hasta sonreír en la mayor de sus dificultades, es que ha llegado a poseer la sabiduría de la vida”, dice un proverbio oriental. Yo admiro a las personas que se muestran siempre optimistas y sonrientes, pero no siempre me parece saludable. A veces esa actitud es enfermiza, de negación de la realidad. Y para poder trabajar en cambiar la realidad (con ese optimismo tan admirable y recomendable) primero hay que aceptarla, asumirla, reconocerla.

No hay que ser tan exigente con uno mismo como para esforzarse tanto en esconder los propios sentimientos. Es más sano concederse el lujo de reconocer que estás mal y que no te importe aparentarlo, saber aceptar las circunstancias adversas, en lugar de negar el inminente derrumbe pintando una sonrisa en la fachada.

2 comentarios

Elena -

Estoy de acuerdo contigo en todo, Alf, yo me refería a que no siempre hay que hacerse la valiente, que no pasa nada por avisar del derrumbe, no es ninguna vergüenza, no?

Alf -

En esta ocasión no estoy de acuerdo, puedes estar jodido, pero si consigues sonreir es porque ves la luz al final del tunel, y la luz siempre se ve, menos cuando te mueres claro...
Esto es como lo del consumo de lápiz de lábios en tiempo de crisis, si estoy jodido, al menos con una sonrisa... otra cosa es no reconocer que se está jodido y tragárselo uno, ahí sí que estoy de acuerdo.