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Alguien que anda por aquí

Se pueden comer un plátano

Se pueden comer un plátano

Un día, hace mucho mucho tiempo, me encerré en el baño y me puse a mirar atentamente la rejilla de ventilación. Esperaba ver a Los Diminutos, esos pequeños seres bondadosos... que están viviendo con nosotros... pero seguro que no los verás. Y no, no los vi, como anunciaba la canción. Les hablé en voz baja, y no aparecieron. Me recuerdo insistiendo en que conmigo podían estar tranquilos, que no había mayores en la habitación, pero no se asomaron.

 

Me viene este recuerdo a la cabeza porque mi sobrina de cinco años no se cree que los monos de los cuentos sean de verdad. Tenemos un libro entre las manos, ella se está comiendo un plátano y le digo que les ofrezca, que a los monos les gustan mucho los plátanos, pero no me cree. Sí, ¿es que no los has visto en el zoo? Me mira divertida e incrédula, sopesando nuestros roles, seguro que preguntándose cómo es posible que de las dos, sea yo la que sepa leer.

 

Yo insisto y acerco el plátano un poco a las páginas del libro... Es solo un instante: ella mira con los ojos fascinados y sonrientes; mira a los monos, me mira a mí, y sé que al volver a girar la vista le gustaría que en su plátano faltara un bocado. Qué importa que no.

 

1 comentario

chafayita -

Fantástico Elena, gracias por hacernos recuperar el entusiasmo de la infancia con este texto, la muestra de que pocas palabras pueden trasladar a muchos en el tiempo