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Alguien que anda por aquí

La verborrea que dan los nervios

Ella es inteligente y sofisticada, pero cuando algo le impresiona demasiado, se convierte en mortal. Quiero decir que también es rubia y cumple el tópico. Mirando a los ojos al cantautor que más admira, solo se le ocurre decir que es “superfan”.

 

No que sus canciones le han hecho temblar de emoción, que gracias a él levantarse por las mañanas a veces tiene sentido y que llega a pensar que la belleza puede más que la brutalidad. No. Sólo le dice que es superfan. Repetidamente: “Yo es que soy superfan tuya, pero superfan, ¿eh? Superfan, superfan. De verdad. Superfan”.

 

Se muere de vergüenza cuando se aleja, pero la vida le regala otra ocasión para enmendarlo. Se encuentran días después en una gasolinera. Ella decide no dejar pasar la oportunidad, así que se acerca a él, que está mirando la presión de las ruedas, le explica que es la chica del otro día y que lo que le quería decir es que sus canciones “le gustan mucho, de verdad, muchísimo, no te imaginas, eh, alucinante, ¡pero un montón! Él asiente, de cuclillas.

 

Meses después, ella se lo cruza en su lugar de veraneo, y no puede evitar exclamar al verle: “¡Carlos! ¡Qué casualidad!” Él responde: “hombre, es que yo vivo aquí”, y la conversación se cae por su propio peso. Han vuelto a encontrarse en conciertos, ella siempre en primera fila, él a punto de ponerle una orden de alejamiento, sin poder sospechar que ella es de verdad inteligente y sofisticada, que lo que está es atenazada por los nervios, sin saber todavía que ella merece convertirse en canción.

 

2 comentarios

carlos -

Yo siempre pensé q la mediocridad se crece ante la bondad la sinceridad y el entusiasmo y q el cantautor era mas cantamañanas q autor.
Es decir: yo le habría pinchado las ruedas. Sin acritud (con actitud!!)

Juan Carlos -

Muy bueno!! Me gusta mucho como cuantas esta historia que yo también he oido.