Mientras busco a mi media naranja voy comiendo mandarinas
Juro que no me pagan comisión, ha sido una casualidad que hoy me haya enterado de que se ha creado un grupo en Facebook de los que van comiendo mandarinas mientras buscan a su media naranja. El grupo no es nada desdeñable: hay más de 200.000 personas que se reconocen mandarinas a lo largo y ancho del mundo. Y me ha hecho gracia, quién no ha sido mandarina alguna vez, y no sólo para entretener la búsqueda de la media naranja, sino porque a veces es una sola mandarina lo que quieres.
Yo creo en los efectos beneficiosos que tienen las mandarinas, del mismo modo que creo en los efectos nocivos que puede provocar la búsqueda de la media naranja. Porque yo no creo en las medias naranjas y mucho menos en la existencia de una única media naranja que nos completa. Yo creo en las naranjas enteras, creo que todos somos (deberíamos ser) naranjas completas.
Si no estoy de acuerdo con la búsqueda de una media naranja es porque me parece que eso implicaría renunciar a la mitad de mí misma, no percibirme como una persona completa si no es en compañía de la otra persona. No quiero decir que nunca lo haya pensado, ni que nunca haya creído que la he encontrado, por supuesto que sí. Pero estoy racionalmente en contra de las medias naranjas, porque me parece que es lo mismo que darles la razón a todos los que, si dices que no tienes pareja:
a) te miran con pena
b) creen que eres homosexual y no te atreves a reconocerlo
c) piensan que has fracasado en la vida
Por eso me parece dañino creer que sólo estaremos completos, que sólo seremos felices, con esa otra media naranja, porque cuando confiamos en su aparición de entre la multitud, estamos depositando nuestra felicidad en esa otra mitad que está fuera de nosotros.
Yo creo en el amor que ilumina, que todo lo inunda, en el amor que te desborda, en un amor que añade para sumar, no en un amor que sirva para rellenar huecos. No creo que tenga que venir nadie de fuera a darte las cosas que te faltan, es un error buscar la felicidad en los otros, hacer que nuestra felicidad dependa de otros, porque además si no estás feliz contigo misma probablemente tampoco eres capaz de la entrega y la generosidad que precisa el amor.
En lo que yo creo es en las naranjas completas que ruedan a la par. En la pareja de naranjas distintas que en medio del camino, afortunadamente, se buscan, se encuentran y deciden avanzar juntas acompasando su paso, porque siempre es mejor la vida compartida.
11 comentarios
Elena -
Yo solo quería decir, al hilo de lo que comentaba Isabella, que espero que el que se inventó lo de las medias naranjas quisiera referirse al sentido metafórico de dos personas distintas que encajan... pero es igual, la expresión de la media naranja hace mucho daño, tenemos que esforzarnos por sentirnos y querernos como naranjas completas...
Gracias por estar ahí
Iratxe -
Es importante no solo sentirse como una naranja entera, sino que además no pasa nada por ser imperfecta, es mas, deberiamos reveindicar con mucha fuerza la imperfeccion, nuestra imperfeccion, pero ese es otro tema. Lo dicho, aclarar que yo no creo en las medias naranjas sino en naranjas enteras e imperfectas a las que queremos.
Te sigo leyendo.
Elena -
Iratxe -
Naranjas enteras e imperfectas que caminan juntas sin otro motivo que el de que se quieren( casi nada...)
Felicidades por tu blog, me ha gustado mucho.
david -
Gracias
Isabella -
Elena -
Un abrazo
Elena
Daniela -
Buscando en google una cita de obra de teatro increíble que acabo de ir a ver, me topé con tu blog.
Leí este archivo tuyo y dije "wow! ella debería ir a ver esta obra!".
No sé cómo saber si eres de Chile, de Santiago, pero si tienes la oportunidad, te recomiendo con demasiadas ganas que vayas a verla. Se llama "Diario de Naranjas" y la pondrán en escena hasta el 10 de septiembre.
Esta es la página del evento en facebook: http://www.facebook.com/event.php?eid=111968672190843&ref=mf
Trata justamente de lo que publicaste y es muy, muy buena! :)
Que estés muy bien!
Daniela.
Ana Cano. Espigadora de momentos -
No me gusta ver, que aún no me sale de forma automática separar a estas naranjas para valorarlas de forma independiente, completa y autónoma, cuando al encontrarme como respuesta A mí sí que me gusta pero a María no le apetece no soy capaz de vivir mi presente continuando la conversación con la pregunta que ideológicamente para mí sería imperativa Y a ti, ¿te apetece? para después así, relajarme por saber, que a partir de aquí, la nueva respuesta ya no importa porque que yo ya he hecho mi trabajo.
Me consuelo pensando que tal vez sea por esa inercia que me mantiene aletargada cuando nado en la corriente, por esa manía de introspección que me enseñó mi querida Alicia mientras jugábamos a una partida de naipes, o tal vez sea, por ese orden tan marcado que rige al mundo y del cual a veces es tan difícil salir.
De pronto me interrumpo con el lema que robé hace apenas dos días*. Lo repito y me alegro al hacerlo, aunque reconozco que preferiría ser consciente de mi propia esencia en el momento justo, no cuando han pasado tantas horas que incluso el pobre calendario olvida donde se encuentra. Porque yo, soy de las personas que piensa que la vida tiene caducidad y sé que de momento tendré que conformarme con vivir los momentos caducados, al fin y al cabo, es mejor que morir de hambre.
Espigadora de momentos, sonrío y me acuerdo que tengo en el coche unos cuantos kilos de patatas para entregar.
Espigadora de momentos y la vida se caduca
Llama mi madre a casa Ana, tu tía Águeda ya no está
Pongamos a todo esto punto y final.
* solo los peces muertos nadan con la corriente David Fergar
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Alguien que leyó lo que ponía por aquí... -