No quieren que les cuenten cuentos
Hoy quería haberles contado un cuento a los niños que están ingresados en el hospital de la Paz. Era una de esas tardes especiales para ellos porque juegan y hacen actividades con los voluntarios de Cruz Roja, y yo pensaba que un cuento sería una buena idea para acompañar la tarde de juegos, la perfecta válvula de escape de su realidad cotidiana; la imaginación de los juegos y de los cuentos alivia dolores, provoca sonrisas y hace soñar con otros mundos más allá de las paredes de sus habitaciones, de las salas de quimioterapia y los quirófanos.
Pero no he sido capaz de estar más de 20 minutos dentro del hospital, diez de los cuales me los he pasado tirada en el suelo con las piernas levantadas, recuperando la consciencia porque no he podido superar mi fobia a los hospitales, a las enfermedades y al dolor ajeno. Es extraño, porque aguanto bastante bien mi propio dolor y sufrimiento, creo que nunca he sido quejica ni hipocondríaca, pero hoy sencillamente no he sido capaz.
Me ha dado rabia, me ha dejado frustrada pero sobre todo, después, me ha dado mucha pena saber que de todos modos, ninguno de los niños de la sexta planta quería salir de su habitación para ir a escuchar cuentos. Había una función preparada con varios contadores voluntarios en un salón de actos, pero los niños se han negado a bajar. Uno de ellos ha dicho incluso que ya “se tragó los cuentos la semana pasada”, como si fuera un castigo.
Me he quedado horrorizada, pero en su defensa me han explicado que en otras ocasiones les han contado cuentos en funciones que duran dos horas, cuando es impensable atrapar la atención ni siquiera de un adulto durante tanto tiempo, sin más recursos que la propia voz y los gestos. Habría que hacer algo, porque los niños no pueden quedarse con la idea de que es aburrido escuchar unas historias que tanto bien pueden hacer a su corazón y a su cabeza.
2 comentarios
Elena -
Mi preocupación por que no quieran que les cuenten cuentos no es por mí ni por esos niños ese día en concreto, yo no he intentado en ningún momento reflejar la realidad que se vive en el hospital, sino sólo expresar una reflexión general a partir de un ejemplo. Reflejar mi preocupación personal por esta sociedad que infravalora el poder de la palabra y de la imaginación.
Casandra -