Elegir el silencio
No sé quién dijo: “si lo que tienes que decir no es más bello que el silencio, no digas nada”. Quizá por eso a veces rompo mi propósito de año nuevo no escribiendo en este blog. Reconozco que hay veces que me dejo llevar por la pereza, que llego al final del día atropellada por la vorágine de la jornada y no encuentro el silencio para escuchar las palabras que lo describan y al final no tengo nada que (quiera) contar.
Otros días el silencio es fruto de una decisión consciente: esquivo encender el ordenador en mi día libre porque sé que inevitablemente leeré el correo del trabajo. También hay días en que elijo el silencio porque prefiero morderme la lengua, y días en que no escribo porque simplemente estoy ocupando mi tiempo en vivir.
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Anónimo -