Ésta es la fuerza de tus deseos
Es un experimento sencillo. Se cuece un poco de arroz normal y corriente, se reparte en dos frascos y se dejan durante algunos días en algún lugar; en mi caso, han estado cuatro días sobre la misma mesa de mi terraza.
Pero a uno de ellos he estado todos los días diciéndole cosas bonitas, echándole sonrisas y miradas complacientes y al otro frasco le he hablado mal, he aprovechado para descargar sobre él mis frustraciones e iras del día a día.
Sólo he hecho eso, lo prometo. A uno le he estado mirando mal y al otro le he estado hablando de cosas positivas, la mayoría de las veces ni siquiera en voz alta, no fuera a ser que me tomaran por loca mis compañeras de piso. También ellas han alucinado al ver los resultados: que a los pocos días el frasco redondo que recogía mis malas vibraciones se ha puesto negro, mientras que el frasco cuadrado seguía manteniendo el arroz blanco.
No hay truco. Podéis creerme o no, yo misma inicié este experimento con total excepticismo, absolutamente incrédula cuando me lo contaron. Por eso lo hice, y la verdad es que los resultados dan un poco de miedo. El arroz cocido no escucha, no ve, no siente ni padece y aún así se ha puesto negro, sólo con desearlo. Y si eso le pasa al arroz...
5 comentarios
David -
Me han hablado mal, me han aprovechado para descargar sobre mi frustraciones e iras del día a día y efectivamente HE ACABADO NEGRO.
Soy el arroz del frasco redondo y ya se lo que quiero ser de mayor: arroz del frasco cuadrado.
elena -
Alf -
Laura -
- J - -