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Alguien que anda por aquí

El que avisa no es traidor

Así que no quiero reproches. No es la crisis del escritor con pánico a la hoja en blanco. Ya dije que estaba de mudanza y que entre cajas es difícil encontrar la calma que necesito para escribir. He tenido un comienzo de otoño bastante complicado, aún tengo no sé cuántas cajas sin abrir y he perdido muchas tardes de tiendas, con lo que yo odio ir a comprar; tanto que en una de ésas, encerrada en la ratonera que es el Ikea, estuvimos a punto de comprar un escritorio como mesa de cocina, hartas ya de tanto mirar.

Los refranes siempre dicen la verdad, así que no soy una traidora. Pero sí una vaga, claro que es una vergüenza que estemos a día 12 y tenga cuatro tristes entradas, cuando mi propósito de año nuevo era escribir siquiera una línea cada día, que todos los días de este 2010 tuvieran algo que contar. Ah, pero eso sí lo he cumplido; todos los días he tenido historias que contar. Lo saben los que han estado cerca, los que quieran saber, que esperen, que en algún momento se abrirá esa puerta.

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