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Alguien que anda por aquí

Recomendaciones

No te drogues, enamórate

Puestos a imaginar un mundo perfecto, yo lo llenaría de personas enamoradas. Es una buena salida al terrorífico panorama actual. Porque los enamorados derrochan luz a su alrededor, que es lo que más falta nos hace en estos tiempos oscuros.

 

Resulta que el amor, las drogas y la belleza producen el mismo tipo de placer; activan las mismas zonas cerebrales. La atracción por los otros engancha; y no lo digo yo o cualquiera que vea a un enamorado pendiente del móvil. Lo dice un estudio publicado en la revista Neuroscience realizado por investigadores de varias universidades españolas.

 

La atracción estudiada no era sexual, sino puramente estética. Les dieron a los participantes diversas fotografías y concluyeron que observar a una persona “realmente guapa activa en el cerebro varias zonas, entre ellas una denominada "núcleo accumbens", un área que también está inmiscuida en el sentimiento del placer y en la adicción a la mayoría de las drogas”.

 

Observar a una persona muy atractiva es capaz de activar varias zonas del cerebro, que coinciden con las que estimula el amor pasional. Dice el estudio que se activan “en un 70 por ciento las mismas zonas que cuando ves a alguien que amas”. ¿Quiere esto decir que solo el 30 por ciento de tu amor corresponde a otros criterios que no son estéticos, o que el amado nos parece la persona más guapa del mundo aunque no lo sea?

 

Reivindico mi mundo de personas enamoradas. Solo ellos son capaces de hacer lo que pedía Van Gogh: “Encuentra bello todo lo que puedas. La mayoría no encuentra nada lo suficientemente bello”. Y así nos va. Enamorémonos. Por un mundo mejor.

Prefiero a mi lado a un traidor

El comportamiento de los médicos a la hora de dar malas noticias debería ser como el de las pantallas informativas de la Dirección General de Tráfico, aunque me ponen de los nervios. Me explico. Voy por la M 30 y los carteles luminosos de la DGT me avisan de que hay tráfico lento hasta Parque de las Avenidas y pienso: bueno, no es para tanto. Pero paso la salida de ese barrio y sigo viendo que los coches no avanzan...

 

El siguiente panel advierte de que hay atascos hasta la Calle Alcalá. Ya decía yo... Me armo de paciencia, logro pasar el puente de Ventas y no puedo cantar victoria porque enseguida tengo que parar el coche de tantos como somos circulando por el mismo carril. La explicación llega en el siguiente cartel luminoso: Tráfico lento hasta Vallecas. Avanzando sin pasar de segunda me entero de la siguiente mala noticia, en el próximo cartel de la DGT: complicaciones circulatorias hasta el Nudo Sur. Ésa ya es mi parada, salgo de la M 30 como quien sube a la superficie del agua después de estar buceando.

 

He tardado 45 minutos en hacer un trayecto de 15 y me siento estafada por la DGT, que no tiene la culpa de que tantos madrileños cojamos el coche a la misma hora, pero sí de los sucesivos engaños, que no llegan a ser mentiras. Es verdad que hay atasco hasta cada una de esas paradas, pero después también, y creo que deberían advertírtelo. Si me avisan de que la carretera está parada todo el recorrido, de que el atasco llega desde la A2 hasta la A5 y lo que te rondaré morena, podría salirme y buscar alternativas, o siquiera ser consciente de que voy a llegar tarde y avisar, tomar decisiones en consecuencia mientras los radares que saltan si vas a más de 90 kilómetros por hora se burlan de mi velocidad de caracol.

 

Pienso que este comportamiento informativo de la DGT debe formar parte de algún tipo de estrategia. Será para que no desesperes. Creerán que atenúa el cabreo de los conductores el hecho de no saber lo que te espera, de creer que a la siguiente curva vas a poder recuperar la velocidad normal. Quizá surta efecto, pero frustra.

 

Que no se pongan en lo peor

Sin embargo creo que sería muy positivo que los médicos copiaran esa frustrante estrategia de la DGT cuando se trata de dar malas noticias. Que las vayan dando poco a poco. Que no se empeñen en advertirte de todas las fatales consecuencias desde el primer momento, que no se pongan en lo peor. Es importante que el paciente y su familia no se desesperen cuando te enfrentas por ejemplo a un cáncer, y es difícil no desesperar si el médico, que es quien sabe, en quien confías, insiste en avisarte de que la muerte está a la vuelta de la esquina.

 

No sirve de nada tener tan presente un desenlace fatal, sería más productivo pensar en la siguiente etapa, como en el atasco hasta el Puente de Vallecas. A menudo los médicos están tan acostumbrados a codearse con la enfermedad como un trabajo, que se olvidan de que están hablando con humanos, con personas que necesitan creer. Además, el efecto Placebo existe, es real, es necesario.

 

Supongo que ellos te advierten de todo lo malo que te puede pasar para que estés preparado; y para que no les demandes también por no haberte advertido. Si no se cumplen sus peores presagios, te sientes tan aliviado que te olvidas de querer matarlos por el susto que te hicieron pasar. Si se cumplen, ya te advirtieron de que ellos no son dioses, de que nada se podía hacer.

 

Pero aunque nada se pueda hacer, ayuda a pasar el hasta entonces no creer que todo está perdido, aunque solo sea para tener un motivo para levantarse por las mañanas, aunque solo sea para fortalecer la espera. No digo que haya que pintar un fantasioso mundo de color de rosa, tan solo que ayuda imaginarse siquiera un pequeño rayo de luz allá a lo lejos, cuando todo está a oscuras.

 

Lo que no ayuda es perder fuerzas en querer quitarle la razón a los médicos. Añade una carga más a nuestra lucha, y al final, el palo golpea igual de fuerte. Según mi experiencia, la pérdida definitiva de un ser querido no se puede suavizar. No atenúa el dolor saberlo de antemano, no es menos traumático porque te lo esperes, ni es más doloroso porque te sorprenda. Por una vez le quito la razón a los refranes, grito que no quiero que me avisen, que prefiero tener a mi lado un traidor.

Tendríamos que involucionar

La felicidad está en las personas. Incluso si te sientes feliz porque te has comprado un coche o un móvil nuevo, lo que quieres es presumirlo y compartirlo con otras personas, aunque sea vía facebook.

Por eso yo fui feliz en Guinea Bissau. Y no lo digo por las personas maravillosas que conocí (los expatriados españoles, alegres y generosos; la joven que quiere ser periodista que me llevó a pasear por el puerto hablando del oficio; el fascinante médico guineano que me tuvo cinco horas pendiente de su palabra, de sus increíbles anécdotas), ni por reencontrarme con mi gran amiga y su marido, a los que adoro, porque eso no tiene mérito, con ellos podría ser feliz incluso dentro de una cueva. Me refiero a que me hicieron feliz las personas a las que realmente no conocí, con las que apenas crucé un par de palabras.

Porque es un país de gente amable y sonriente por naturaleza que desea los buenos días a los desconocidos, que se ofrecen a acompañarte aunque no les pille de camino, que van corriendo a hacerte un recado sin esperar nada a cambio, que te ofrecen comida y bebida si estás a su lado, que te llama por teléfono para ver si has llegado bien a casa, que te riñe como una madre si ve que te estás mojando por la calle y te obliga a esperar a que escampe bajo su techo.

Gente de palabra que no saben lo que es “quedar bien”, hombres que si te dicen que te van a llamar, te llaman (eso merece un post aparte, chicas), hay restaurantes en los que nadie usa servilletas pero de alguna manera el camarero consigue un par de pañuelos de papel para que te limpies las manos.

Feliz por ese niño que me enseñó a decir “mariposa” en su lengua y que se agachó a limpiarme el pantalón de tierra, como un acto reflejo, cuando me arrodillé para enseñarle la foto. Por esa chica que me cogía del brazo para evitar que me metiera en los charcos. Por ese artesano que se entretuvo en contarme con todo lujo de detalles la historia de cada una de sus piezas y la procedencia de sus maderas cuando sabía que no llevaba dinero para comprarlas.

Por ese pasajero que se ofreció a grabarme unos discos -y lo hizo- cuando le pregunté cuál era el cantante más famoso del país. Por ese hombre que se metió en una pelea y se ganó un par de puñetazos por defenderme, para evitar que intentara robarme un listo en el aeropuerto de Dakar.

Aquí tristemente eso no lo es normal. Hemos perdido en el mundo “desarrollado” ese preocuparse por el vecino y procurarle en la medida de nuestras posibilidades su bienestar. Ahora más que nunca este Madrid al que adoro me parece una ciudad inhóspita, pero quizá no todo esté perdido.

Hay personas que a veces te ceden el paso incluso en el peor de los atascos, que se agachan a recoger algo que se te ha caído, que se ofrecen a indicarte si te ven perdida... Hoy iba en el metro y un señor me ha avisado de que tenía el bolso roto, “no fuera a ser que se me cayera algo o que me lo hubieran rajado para robarme” y cuando le he dado las gracias por la advertencia me ha respondido: “no, por favor. Qué menos”. Eso digo yo.

Un sociólogo guineano me explicó que cuanto menos desarrollada está una sociedad, en cuanto a progreso económico, más se cuidan las personas entre ellas, aunque no sean del mismo grupo. Aunque sea una blanca turista como yo. Conforme vamos progresando ganamos en individualismo, me dijo, es ley de vida, pero yo creo que eso no es progreso, que para ganar en calidad de vida tendríamos que involucionar.

En la ciudad del silencio

En la ciudad del silencio

La gente decía: “Cáceres es muy bonito ¿pero a qué vas?” Pues a verlo, que es muy bonito. Que no lo conozco... Y te miraban extrañados. Pero yo estaba donde quería estar. ¿En plena ola de calor, de vacaciones y en Cáceres, pudiendo haberme ido a la playa? Pues sí.

 

Estaba como y donde quería estar, y eso es muy raro hoy en día, que siempre andamos queriendo estar en otra parte, o con el cuerpo aquí pero con la cabeza más allá, revolviendo el pasado o escudriñando el futuro.

 

Quizá es que yo tenía últimamente mucho ruido, que andaba necesitando un cambio de aires. Que mis pasos avanzaran por otros caminos, que mis ojos descubrieran otros paisajes. Pero no le quiero quitar mérito, sigo fascinada con esa ciudad en la que en cada esquina se respira el silencio, que tiene un color como de película antigua, un aire como de vuelta al pasado, un orgullo centenario.

 

Así lo describe un poeta de Cáceres, David Eloy Rodríguez, en el maravilloso poemario Para nombrar una ciudad: "Como nos deslumbran los besos desconocidos de una boca bien conocida, así nos asalta de repente una ciudad nueva, espigas del tiempo encendido, el lugar exacto en el que ser".

 

Cruzo una puerta buscando el fresco y me sorprende la escultura de un unicornio. De alguna parte sale un hombre que me explica el origen del animal mitológico y otro más adelante que se ofrece a guiarte cuando te ve perdida, hay otra persona que a lo tonto te regala un chicle de sandía, fresquito, para combatir el calor y un chico sonriente que te escucha quejarte del sol de plomo y te indica el camino a unas piscinas naturales.

 

Eso es lo que más me ha deslumbrado de esa ciudad. Que la gente es amable sin venir a cuento, gratuitamente, sin esperar nada a cambio, porque les sale así. Porque es mejor. Y siempre tenemos la posibilidad de hacer esa elección.

Ésta es la fuerza de tus deseos

Ésta es la fuerza de tus deseos

Es un experimento sencillo. Se cuece un poco de arroz normal y corriente, se reparte en dos frascos y se dejan durante algunos días en algún lugar; en mi caso, han estado cuatro días sobre la misma mesa de mi terraza.

Pero a uno de ellos he estado todos los días diciéndole cosas bonitas, echándole sonrisas y miradas complacientes y al otro frasco le he hablado mal, he aprovechado para descargar sobre él mis frustraciones e iras del día a día.

Sólo he hecho eso, lo prometo. A uno le he estado mirando mal y al otro le he estado hablando de cosas positivas, la mayoría de las veces ni siquiera en voz alta, no fuera a ser que me tomaran por loca mis compañeras de piso. También ellas han alucinado al ver los resultados: que a los pocos días el frasco redondo que recogía mis malas vibraciones se ha puesto negro, mientras que el frasco cuadrado seguía manteniendo el arroz blanco.

No hay truco. Podéis creerme o no, yo misma inicié este experimento con total excepticismo, absolutamente incrédula cuando me lo contaron. Por eso lo hice, y la verdad es que los resultados dan un poco de miedo. El arroz cocido no escucha, no ve, no siente ni padece y aún así se ha puesto negro, sólo con desearlo. Y si eso le pasa al arroz...


Falsas apariencias

Así se llama la película infame que me ha hecho perder quince minutos de mi vida este fin de semana. Un bodrio abominable con Bruce Willis, Matthew Perry y Rosanna Arquette.

Vale que la cosa no prometía demasiado desde el reparto, pero estábamos en día tonto y buscábamos algo ligero como alternativa a la finalización definitiva de la mudanza.

Mira que yo soy de las que creen que cualquier película, cualquier libro puede valer la pena, que de todo se puede aprender algo, aunque sólo sea cómo no se deben hacer las cosas, pero a esta película no le di más de 15 minutos de oportunidad. No había necesidad de seguir sufriendo.

Hay demasiadas películas en este mundo que aún no he visto o que merece la pena volver a ver como para perder el tiempo viendo a Rosanna Arquette burlándose estúpidamente de Matthew Perry, que tiene miedo del capo de la mafia refugiado en su vecindario que es Bruce Willis. A la hoguera con ellos.

Apagamos el dvd y afortunadamente salió en la televisión Incautos. Llevaba tiempo queriendo volver a ver esa película, así que fue un regalo encontrármela de pronto en televisión. Brillantes los actores, la dirección, el montaje, la trama. Incautos sí que es un peliculón que requiere varios visionados, Incautos sí que es una excelente película sobre las falsas apariencias, y no esa americanada que encima tiene una segunda parte: “Más falsas apariencias”.

Y yo me pregunto: ¿Los que hacen películas malas saben que están gastando una pasta indecente en hacer películas malas? Con el mismo tiempo, personal y dinero se puede hacer algo mejor, seguro. ¿No se dan cuenta? Me estoy refiriendo a las películas realmente muy malas, las insípidas; no es que vaya de intelectual y quiera ver cine de culto a todas horas, creo que hay momentos para cada cosa e incluso me gustan las películas pastel, también a menudo las tontas y las previsibles. Son, creo, necesarias para los días que tienes el encefalograma plano, definitivamente cumplen una labor social.

Hoy es siempre todavía

Hoy es siempre todavía

Es un verso de Antonio Machado ese "hoy es siempre todavía", al que Ismael Serrano añadió en una de sus canciones "toda la vida es ahora".

Unos amigos míos, en pleno delirio de madrugada y con el propósito de reivindicar la idea del ’carpe diem’, matizaron: "todavía es siempre hoy".

Todo el que va a Lisboa regresa

Todo el que va a Lisboa regresa

Estamos aquí para huir, decía una pintada en un callejón de Lisboa, estamos aquí para llegar a la vez, juntos. Y al doblar una esquina me sorprende un fuerte olor a flores que no veo por ninguna parte, hay ropa limpia tendida y tejas rojas sobre fondo azul, un desorden de ladrillos y almenas reflejadas en los espejos y flores de plástico y guirnaldas en los balcones, un escándalo de cables surcando el cielo, olor a pesacadito y a carne a la brasa aunque para mí sea la hora del café, hay un atardecer sobre el Tajo visto desde un lugar que se hace llamar el Ponto Final y que parece un presagio aunque puede ser sólo el principio y pintadas de colores en todas las tapias, también frases reivindicativas: “No seas como ellas” al lado de un escaparate de Mango, “Cómete el dinero” a la puerta de la Western Union.

En Lisboa hay muchos edificios en ruinas milagrosa y orgullosamente en pie, casas desconchadas que no esconden sus vergüenzas y quizá por eso consiguen desprender un encanto que no es el eco del esplendor pasado. Dicen todos que es una ciudad decadente pero con orgullo, incluso presumida diría yo.

Esta ciudad la habitan señoras sonrientes que se asoman a ver la vida pasar frente a sus casas, millares de turistas que no son escandalosos, el conejo de Alicia en el País de las Maravillas que llega tarde y va corriendo por una estación de metro, un hombre con aspecto de bruja que fuma mirando por la ventana y sobre él se posa un ángel desde una esquina del barrio Alto...

Esta ciudad la habita también el fantasma de Pessoa poeta que es un fingidor, Pessoa pidiéndonos desde uno de sus poemas que no tengamos nada en las manos para que nada se caiga al abrirlas, Pessoa que no quiere rosas cuando haya rosas, Pessoa obligándonos a sentarnos al sol, Pessoa que quiere que abdiques para que comiences a ser el rey de ti mismo.

 

"Un libro es el único aparato que te permite volar incluso entre cenizas volcánicas"

"Un libro es el único aparato que te permite volar incluso entre cenizas volcánicas"

Genial. O, para que nos entendamos todos, :O)

Lavarse las manos ayuda a decidir

¿Será tan sencillo el remedio contra mi indecisión crónica?

Lavarse las manos ’aclara’ las dudas de una decisión difícil

MADRID.- ¿Iremos de vacaciones a Roma o a París? ¿Me compro el vestido blanco o el negro? De postre, ¿tarta de chocolate o de queso? Estas pequeñas elecciones entre opciones igualmente atractivas, dejan en nosotros una cierta sensación de duda (¿habré elegido bien?) bautizada en psicología como disonancia cognitiva post decisional. Un gesto tan sencillo como lavarse las manos podría ayudar a nuestro cerebro a estar satisfecho con la elección.

www.elmundo.es/elmundosalud/2010/05/06/medicina/1273163371.html

La verdad poderosa de Edith Piaf

La verdad poderosa de Edith Piaf

Decía el poeta Jean Cocteau de Edith Piaf: "Cada vez que canta pareciera que se arrancara el alma por última vez". Con esa fuerza desgarradora llegó Edith Piaf a triunfar en todo el mundo "desde la alcantarilla" de sus orígenes.

Hay que cantar desde la verdad”, decía la dama de la canción francesa, y sólo con la verdad llegó a lo más alto. Sin ningún artificio, sin interpretar dramáticamente las canciones, sin trajes llamativos, sin exhuberancia. Conquistaba al público de medio mundo, que no entendía la letra de sus canciones, sólo con su verdad, con la exhuberancia de su voz inigualable, con su menudo cuerpo parado enfrente de un micrófono y vestida de luto.

Sobria, contenida y poderosa en el escenario, intensa y sin límites en su vida diaria. Mujer de extremos, castigada por el desamor, por su adicción a los medicamentos y a la morfina, por la cirrosis que puso un punto y final a su vida, tuvo un funeral que paralizó el tráfico en París como sólo se había visto durante la Segunda Guerra Mundial.

Buceo en la biografía de Edith Piaf tras ver el musical que se acaba de estrenar sobre ella en el teatro Nuevo Alcalá de Madrid, extasiada por la misma voz poderosa que ha derrochado sobre el escenario Elena Roger. También ella canta desde la verdad, transforma su personalidad y sin maquillajes se demacraba para interpretar a la artista en cada etapa. Desde la veracidad y con una voz exhuberante, ha sabido hacernos viajar en el tiempo para poder disfrutar de “la única, la mejor: Piaf”.

http://www.youtube.com/watch?v=gALRkzB530A

Los siete dedos de la mano

Los siete dedos de la mano

En la tranquilidad del despacho de un psiquiatra, un hombre sentado escucha voces que le empujan a trepar sobre un trapecio y a suspenderse de los dedos de los pies.
En medio de un cruce, otro hombre, que sufre trastornos obsesivos compulsivos, se abandona a merced del tráfico y trata de salir haciendo acrobacias entre una marea de peatones.
Enfrentando su agorafobia, una mujer se balancea en los aires, mientras que otro personaje se busca a sí mismo entre una locura de rostros enmascarado, se viste en equilibrio sobre sus manos, cabeza abajo...

PSY es una unión acrobática del cuerpo, el espíritu y el alma. Es un himno al valor y al poder que duerme en nosotros, permitiéndonos superar nuestros miedos, sobrepasar nuestros límites e iniciar nuestro vuelo”.

Eso es lo que dice el folleto de la obra “Psy” que acabo de ver en el Circo Price de Madrid, de la compañía canadiense Les 7 doigts de la main (los siete dedos de la mano) pero las palabras se quedan cortas para sugerir todo lo que te hace volar la obra. Es el espectáculo más increíble que he visto en mi vida, y lo mejor de todo es que era perfectamente creíble.

La ilusión y la magia que crean los diez artistas en el escenario es totalmente real y tangible, fruto de tantísimos esfuerzos físicos que las acrobacias más inauditas y las coreografías tan impecables parecen brotar de la nada, perfectamente acordes con una excepcional puesta en escena, con la música, con el humor, con un ritmo vertiginoso que se detiene el tiempo justo para dejarte boquiabierto y hacer a todo el público vibrar.

Decían al inicio del espectáculo que el hombre invierte seis años a lo largo de toda su vida en soñar, pero seguro que a todos los que hemos asistido a la obra nos han alargado ese tiempo de sueños un poquito más.

http://www.teatrocircoprice.es/web/espectaculo.php?esp=46&gclid=CNSSy5ilh6ECFYts4wodbBo6Ow#panel-6

 

 

Releyendo a Mafalda

"¿Y si en vez de planear tanto voláramos un poquito más alto?"

"La vida es linda, lo malo es que muchos confunden lindo con fácil"

"¿y no será que en este mundo hay cada vez más gente y menos personas?"

"Está bien que nos hayas hecho de barro, pero por qué no nos sacas un poquito del pantano?"

"La cosa es tomar lo artificial con naturalidad"

"Una cosa es un mañana mejor y otra un "uf, mejor mañana!"

"Lo malo de la gran familia humana es que todos quieren ser el padre"

"La primavera es lo más publicitario que tiene la vida"

Nunca falta alguien que sobra”

"Al mal tiempo, buena rotativa"

Los periódicos inventan la mitad de lo que dicen y si a eso sumamos que no dicen la mitad de lo que pasa, ¡resulta que los periódicos no existen!” (Libertad)

 

Ahora dos del genial Miguelito, que dice de sí mismo que no es lindo por dentro o lindo por fuera, sino "lindo reversible":

¿Qué actitud convendrá adoptar ante la gente para que te vaya bien en la vida? ¿la de seguro de uno mismo, para que todos te respeten? ¿la de indiferente para pasar inadvertido y que nadie te moleste? ¿la de desprotegido para que todos te ayuden?”

Sí, bueno, trabajar para ganarse la vida, claro, pero ¿por qué esa vida que uno se gana tiene que desperdiciarla en trabajar para ganarse la vida?”

 

Y dos más de Felipe, quien en una viñeta se pregunta "¿justo a mí tenía que tocarme ser como yo?”:

"La voluntad debe de ser la única cosa que cuando está desinflada, necesita que la pinchen"

"No dejes para mañana el tratar de encajarle a otro lo que tengas que hacer hoy"

 

 

Los hombres que miraban fijamente a las cabras

Desde luego, el cartel y el título prometían mucho, y la película no me ha defraudado en absoluto. Es original, inteligente, crítica y divertida desde el primer minuto hasta el último. Te hace pensar también en cómo reaccionamos ante el miedo, la envidia, el poder y la toma de decisiones, pero siempre desde la sonrisa, sin moralinas ni moralejas. Y a mí, que estoy un poco para allá, me han dado incluso ganas de poner a prueba el poder de la mirada, no para tumbar a una cabra rumiando frente a mí ni para deshacer nubes que están lejos, pero sí para tratar de derrotar psicológicamente al enemigo. En cuanto me surja la ocasión os cuento.

 

 

La mejor manera de asegurarse una sonrisa

Hace poco una buena amiga me abrió los ojos hacia un gran descubrimiento: www.elmundotoday.com, un periódico digital que escribe totalmente en serio sobre noticias disparatadas, realmente lúcidas, inteligentes y críticas. Hacía tiempo que no me reía tanto yo sola frente al ordenador. Para no quitarle mérito a los redactores, copio y pego literalmente lo mejorcito que he leído últimamente:

FALTA APROXIMADAMENTE UN DÍA

Se acerca el viernes

Cristina Garmendia, ministra de Ciencia e Innovación, ha convocado una rueda de prensa esta mañana para comunicar que pronto será viernes. “Antes de efectuar una afirmación a la ligera que diera falsas esperanzas a los ciudadanos, hemos consultado calendarios homologados a nivel internacional para ratificarlo. Siendo hoy jueves, y en esto estamos más o menos de acuerdo, ya casi es viernes”, ha afirmado Garmendia.

La portavoz popular Soraya Sáenz de Santamaría ha criticado “el optimismo irresponsable del Gobierno, que oculta deliberadamente que el próximo lunes está a la vuelta de la esquina”.

La reflexión de la ministra ha generado numerosos comentarios entre la opinión pública. En muchas oficinas españolas los trabajadores se han reunido alrededor de la máquina de café para valorar la proximidad del viernes y compartir los planes para el fin de semana.

Empresas como Telefónica de España han repartido folletos entre sus empleados informando de que el jueves no es el viernes aunque uno venga después del otro. El objetivo de dicha aclaración es “evitar que muchos dejen para el lunes próximo lo que pueden hacer hoy, cosa que ya suele pasar los viernes”, en palabras de un portavoz de la compañía.

“Ciertos rumores maliciosos pretenden minar la concentración de los trabajadores convirtiendo el jueves en un día dedicado a pensar en la proximidad del viernes. Eso convierte ese día en una especie de réplica del viernes en cuanto al nivel de expectativa. Si el proceso continúa, la cosa acabará afectando al miércoles, luego al martes y cuando llegue el lunes no sabremos si reír o llorar” explica el psicólogo Martín Siembra, totalmente contrario al comunicado del Gobierno, que tilda de contraproducente.

“Mientras aquí discutimos la cercanía del viernes, en Suecia las autoridades invierten en campañas para convencer a la población de que el lunes puede ser su amigo. La diferencia de mentalidades es clarísima”, ha añadido.

Garmendia se defiende de las críticas alegando que “en tiempos difíciles conviene hablar de cosas positivas si las hay, aunque por supuesto el Gobierno tiene previsto abordar el tema del lunes cuando esté más próximo y hacerlo, además, desde un enfoque maduro y responsable”.


http://www.elmundotoday.com/2009/10/se-acerca-el-viernes/

Publicado el 15 de Octubre de 2009 por Xavi Puig

 

 

Alma mía

Ayer en Madrid había dentro del mismo teatro decenas de almas como el alma mía, disfrutando de la poderosa voz de Pedro Guerra, emocionándonos con las mismas historias, temblando a veces, con el vello de punta, conteniendo la respiración durante unos silencios que él sabe llenar de magia y riéndonos también todos juntos con sus anécdotas. Y a la vez seguro que cada uno estábamos recordando nuestras propias historias, evocando nuestros propios recuerdos, cada uno buceando dentro su propio corazón.

 

No hacía falta nada más para detener el transcurso del tiempo, para alejarnos del ruido de la vida cotidiana. Ahí fuera el mundo se podía estar cayendo. Ése es su don y su talento, el poder de su música que acaricia el alma y el oído. El poder de un hombre solo en medio de un escenario vacío, que es capaz de convocar grandes pasiones con la sola ayuda de su guitarra y su voz.

La Cabina

 

Me molesta que los críticos y los que van de intelectuales se empeñen en ver metáforas en todas partes; que se esfuercen tanto en inventar significados ocultos en las obras de arte. Hoy he visto La Cabina y me ha entusiasmado, pero no creo que sea, como dice su realizador Antonio Mercero, que sea una metáfora de los miedos y ataduras que tenemos las personas.

Dice en la presentación de la película que cada uno tiene que averiguar en qué cabinas está metido (morales, educativas, económicas... que nos aprisionan) para intentar liberarse, que ése es nuestro destino. Claro que todos tenemos nuestras ataduras (de acuerdo si las quiere llamar cabinas) de las que tenemos que liberarnos para ser felices y completos, pero no me ha transmitido eso la película, ni creo que ése sea el significado de su argumento.

La Cabina me ha parecido una película excepcional en sí misma, y punto, sin tener que llegar más allá. Me ha parecido de hecho una película de miedo, no sólo trágica o dramática. Es excepcional la inquietud que provoca en el espectador, el terrible final que se presiente, cómo te involucras con los sentimientos que transmite a la perfección un genial López Vázquez. Es excepcional que lo espeluznante del argumento se perciba tan cotidiano, que sea un terror tan de andar por casa, con la estupidez de quedarse encerrado en una cabina cuando vas a llamar por teléfono.

Lo que pone los pelos de punta es pensar que puedes malograr tu vida de una manera tan tonta, y que no hay remedio ni nadie que te ayude, y que encima tengas que pasar por la impotencia de que nadie quiere (al principio, y luego tampoco pueden) hacer nada, por el agobio de la claustrofobia, por la incertidumbre de tu destino y sobre todo, pasar por la vergüenza de los vecinos que te ven como un mono de circo y montan otro circo a tu alrededor, con esos vendedores y limpiabotas que surgen del tumulto, las vecinas haciendo calceta en un banco del parque y chillándoles a los que no les dejan ver, y la señorona que se pone en primera fila en mitad del patio, sentada en un sillón que le trae un lacayo. Éso sí que es un gran acierto, qué bien está reflejada esta sociedad nuestra que se entromete en todo y se aprovecha siempre de la ocasión.

Trazos y puntadas para el recuerdo

Trazos y puntadas para el recuerdo

Ayer fui a ver la exposición sobre el 11-M Trazos y Puntadas para el recuerdo que está hasta el 7 de marzo en el Centro de Arte Tomás y Valiente de Fuenlabrada. Es la primera vez que se expone en la Comunidad de Madrid, y han tenido que pasar casi seis años de la masacre, qué vergüenza que se politice con este asunto. La muestra contiene casi un centenar de cuadros, fotografías, vídeos, textos y tapices que han donado artistas de todo el mundo o personas anónimas, hay pinturas de bosques y de atardeceres, andenes de cercanías y móviles a los que ya nadie contesta, testimonios documentales de las instituciones, un tapiz gigante lleno de corazones de colores y otro repleto de árboles.

Pero lo que me congeló el corazón fue el extenso dossier con las portadas de los periódicos de todo el mundo del 12 de marzo, con fotografías que no recordaba de la tragedia: un bombero derrotado sentado en un bordillo rodeado de escombros; las mantas que bajaba la gente de sus casas para tapar a las víctimas y ocultar la barbarie; y sobre todo, la imagen de la hilera de cuerpos tendidos en el suelo, dentro de las bolsas negras funerarias, cada uno inmóvil en una postura diferente.

La Asociación 11 M Afectados del Terrorismo afirma que quieren con esta muestra “transformar el dolor en bandera de paz”, y en sus folletos aparece un texto firmado por Jorge Luis Borges:

"Y uno aprende que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para hacer planes...”